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Quiso sobornar a su hija… y no le funcionó

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Edición #21

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7 feb 2025

Sí, incluso gente inteligente, con buenas intenciones y a quien le interesa el tema de la crianza consciente… puede caer en la práctica del soborno a los hijos.

Aún cuando…

  • No siempre genera los resultados que se buscan.

  • Debilita la autoestima de los hijos.

  • Incrementa el comportamiento manipulativo.

  • Erosiona el respeto parental.

  • Debilita la relación de apego.

  • Fomenta sentido del derecho y la espera automática de recompensas.

  • Fomenta la búsqueda de “mayores pagos”.

  • Inhibe el desarrollo de pensamiento crítico.

… esto por nombrar apenas algunas de las consecuencias del soborno parental.

No, la mayoría de las veces el soborno no involucra dinero.

Pero sí emociones.

Y eso es más peligroso aún.

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❓Si es disfuncional, ¿por qué los padres sobornan a sus hijos?

Generalmente es un aprendizaje conductual que viene impreso de nuestra infancia.

Y lo cargamos en nuestro equipaje emocional.

Pero no es fácilmente detectable.

A través del soborno muchas veces, cuando niños, obtuvimos lo que necesitábamos: atención; amor; permisos; objetos; aprobación; presencia; sentido de pertenencia y más.

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Ahora, de adultos, acostumbrados a esa manera de operar, muchas veces podemos buscar:

  • Control y cumplimiento inmediato: los sobornos se utilizan a menudo como una solución rápida para obtener cooperación en situaciones difíciles, especialmente cuando los padres se sienten abrumados o bajo presión. Esto surge de una necesidad subconsciente de evitar conflictos, sobre todo en momentos de tensión o cuando hemos intentando otros caminos, generalmente también disfuncionales.Como en estos dos casos que atendí recientemente en la comunidad de ​«Divenire»​:

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⚠️ Como bien saben en mi ​comunidad​, este tipo de situaciones son comprensibles y las destaco como oportunidad educativa y de ampliación de la mirada, sin juicio o crítica.

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  • Evitar el malestar emocional: en ocasiones utilizamos el soborno para evitar la incomodidad que nos produce la angustia de nuestros hijos, priorizando inadvertidamente la paz a corto plazo sobre el crecimiento a largo plazo. También buscamos evitar ser considerados “malos padres” por nuestros hijos o quienes estén siendo testigos de alguna situación incómoda. O recibir la satisfacción ilusoria de ser aplaudidos y sentirnos “buenos padres”, al conseguir el comportamiento que se supone es el deseado (como que el niño salga de la fiesta y se monte en el carro por su propia voluntad sin discusión, o que la hija mantenga su baño limpio y no olvide sus cuadernos en la escuela).

  • Falta de perspectiva y herramientas: educarnos en crianza consciente no es una tarea de corto plazo. Es un gerundio que no termina, porque ambas partes —padres e hijos— vamos cambiando y necesitamos ir adecuando progresivamente nuestra mirada. Quizá sabemos qué hacer cuando nuestros hijos tienen dos años… pero a los dos y medio ¡ZUAS! cambiaron y nos quedamos en blanco. Muchos padres no disponen de perspectivas y referencias alternativas integradas para fomentar la motivación intrínseca, y confían en las recompensas externas como método por defecto.

  • Miedo a perder autoridad: Algunos padres se sienten inconscientemente inseguros sobre su capacidad para guiar a sus hijos con eficacia. Los sobornos se convierten en una forma de mantener la influencia sin entablar conversaciones más profundas y desafiantes sobre los límites y las expectativas.

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🧠 ¿Cuál es la lógica del soborno?

Muchos padres suelen creer que los sobornos —que ellos ven y definen como “recompensas”—motivarán a los niños a adoptar los comportamientos deseados.

Pero se engañan y olvidan que no solo funcionaron tampoco con nosotros cuando éramos niños o adolescentes, sino que causaron efectos negativos en el corto, mediano y largo plazo.

O que implantaron dolorosas experiencias por la falta de desarrollo de criterio, al ser fácilmente manipulables por quienes ofrecen gratificaciones inmediatas.

La lógica del soborno supone que los incentivos externos pueden inculcar hábitos o valores, pero pasa por alto las necesidades psicológicas más profundas de las personas, como el respeto, la conexión, la autonomía y la validación emocional.

Los sobornos también se consideran una alternativa “menos conflictiva” que los castigos, ya que crean una ilusión de refuerzo positivo… sin dejar de ejercer control parental.

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🔥 Posibles consecuencias para los hijos

Falta de desarrollo de criterio y erosión de la motivación intrínseca: ante la satisfacción inmediata de un deseo, el soborno enseña a los hijos a actuar basándose en recompensas externas en lugar de en valores internos. Con el tiempo, pueden perder interés en las tareas a menos que se les incentive, lo que socava su capacidad de encontrar alegría, valor o significado en la propia actividad.

Relaciones transaccionales: las relaciones comienzan a ser transaccionales, tanto para padres como hijos, esperando recompensas por cooperar y aprendiendo tácticas de manipulación para negociar mejores resultados.

Autoestima debilitada: Cuando el comportamiento está ligado a recompensas, las personas, más allá de la edad, pueden interiorizar el mensaje de que su valor está condicionado al rendimiento, lo que puede dañar la autoestima y la seguridad emocional.

Resistencia y contravoluntad: la dependencia de los sobornos puede crear un ciclo de resistencia (o «contravoluntad») en el que los niños se oponen al control percibido, lo que hace necesaria una presión aún mayor por parte de los padres.

✅ ¿Qué hacer entonces?

No te daré respuestas cliché que te “resuelvan” la crianza.

Porque no existen.

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Lo primero es hacer consciencia e identificar si estamos sobornando, y cómo lo estamos haciendo.

Esto requiere sinceridad radical para no justificar, disfrazar ni normalizar nuestra manera de operar.

Generalmente esta sinceridad requiere de un espejo: sea un terapeuta o persona calificada con la que puedas indagar, al exponerte y desnudarte emocionalmente para revisar con mucha atención TUS comportamientos.

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Pertenecer a espacios seguros y con profundidad de pensamiento como la comunidad de «Divenire» es una de mis sugerencias más enfáticas.

No solo estarás acompañada/o de personas que tienen búsquedas, situaciones y perspectivas similares, sino que obtienes guía y acompañamiento sabio, cada dos semanas, tanto a través de la respuesta a tus preguntas, como a las de otras personas de la comunidad, que te permiten seguir ampliando tu mirada.

VerTE a través de los planteamientos de otras personas —y de mis más de quince años de experiencia enseñando crianza consciente— te facilitará obtener claridad, en gerundio, para hacer ajustes rápidamente.

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Seguir educándote es indispensable.

Porque desde la comprensión de temas como trauma, psicología evolutiva, filosofía, dinámicas relacionales, límites y mucho más, podrás interpretar y accionar muy distinto.

Para esto, pronto viene la edición número diez y ocho de ​«Ser[Padres]Conscientes»​.

En cuanto haya definido la fecha del programa, te dejaré saber en caso que quieras aprovecharlo.

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La crianza es retadora.

Punto.

Es ridículo adornarlo con frases romanticonas.

Pero no tiene que ser un suplicio, un drama ni una película de terror.

Después de 22 años de maternidad, quince enseñando sobre crianza consciente y miles de personas acompañadas en sus diferentes viajes de hijez y parentalidad, tengo confianza plena en la posibilidad de vivir la crianza sin ser una wine mom o usar el sarcasmo para “sobrevivirlo”.

¿Seguimos?

¡Seguimos! ✨

Evelyn

Cada otro jueves, nuevas reflexiones sobre hijez y parentalidad consciente para seguir conectando a tu sabiduría.

Miradas y caminos para una parentalidad consciente.

Miradas y caminos para una parentalidad consciente.

Miradas y caminos para una parentalidad consciente.

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