Reconocer su kryptonita me evitó 100 discusiones
Ten paciencia por un momento con la curiosa comparación que haré, porque incluye a Superman y quizá los comics no sean lo tuyo ;-)
Como mucho de lo que comparto, esta analogía proviene de mi experiencia directa y su fondo está apoyado por diversas teorías.
Más allá del uso de un personaje de fantasía verás que tiene el potencial de ahorrarte cientos de discusiones (lo sé de primera mano), y hacerte la vida más fácil (con tus hijos, pareja, padres y hasta contigo misma/o).
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La kryptonita —en los comics— es un cristal verde que emite una radiación venenosa.
Proviene del planeta Krypton, donde nació Superman. Tiene el poder de anular sus habilidades sobrehumanas, haciéndolo vulnerable. Incluso, puede ser mortal para él.
Pues yo he llegado a la conclusión que todos tenemos nuestra kryptonita.
Pueden ser varias pero usualmente hay una que destaca.
A lo que me refiero con kryptonita, es a un factor que puede debilitar la capacidad de respuesta o desencadenar en una persona reacciones irregulares, disfuncionales, erráticas o desestabilizadoras, causando problemas significativos consigo mismo y/o ante terceros.
No necesariamente tiene que ser un elemento extravagante.
Puede ser tan normal y cotidiano como el que te compartiré en un momento, que descubrí cuando mi hijo ya era adolescente.
Tener clara cuál es nuestra kryptonita, la de nuestra pareja o hijos, abre la posibilidad de:
Anticiparnos para hacer ajustes cuando aparezcan los efectos de la kryptonita —en la edición anterior te hablo más de esa anticipación.
Modular nuestros niveles de paciencia, compasión y comprensión —al conectar con el origen del efecto indeseado y no hacerlo “personal”.
Escoger nuestra respuesta conscientemente —no de forma reactiva, lo que suele empeorar el asunto.
Ser más estratégicos ante los escenarios en los que pudiera aparecer la kryptonita —evitando o adecuando algunos elementos según el caso.
En conclusión:
Detectar cuál es la kryptonita de una persona nos facilita tener cierto grado de predicción y aumenta nuestra comprensión de la situación, con lo que nuestra respuesta puede ser mucho más consciente.
Ese entendimiento ayuda a navegar experiencias incómodas con una energía más favorecedora, desde la que la dinámica relacional tiene más posibilidades de fluir.
Es decir, habrán menos enganches y discusiones.
A mayor información más comprensión.
A más comprensión menos fricción.
El poder de los patrones
Este punto es relevante a la hora de descubrir la kryptonita de una persona.
Los patrones —en relación a comportamiento humano— son secuencias recurrentes y predecibles de conductas, acciones, pensamientos o emociones que exhiben o experimentamos los individuos en diferentes situaciones.
Usualmente los patrones nos pasan desapercibidos porque estamos acostumbrados a interactuar con los comportamientos de otros de manera reactiva, especialmente con los hijos.
Esto debido a sesgos cognitivos, emociones, empatía automática, la etapa evolutiva de nuestro ego, normas sociales, aprendizajes programados, traumas, etc.
👁️ Es decir, no notamos el patrón. Lo que vemos es una conducta ante la cual se dispara nuestra reacción.
Estos patrones pueden ser aprendidos —generalmente en la infancia— impulsados por la cultura, experiencias individuales, normas sociales, traumas o incluso factores biológicos.
Conocerlos nos permiten identificar y comprender tendencias y regularidades en nuestra conducta y la de otros, lo que a su vez puede ayudarnos a predecir y explicar comportamientos en diferentes contextos.
¡Hasta que lo descubrí!
Voy con un ejemplo personal.
En general a todos nos afecta desfavorablemente la falta de sueño, aunque de formas e intensidad diferente.
Algunos podemos manejarnos más establemente. Otros no.
Y esto lo descubrí como mamá cuando mi hijo ya estaba en la adolescencia.
Por razones que no vienen al caso, en una época mi hijo comenzó a dormir realmente muy poco. A veces tan poco como tres horas, por varios días seguidos 🥴
Lógicamente su sistema biológico, emocional e intelectual se vio severamente afectado.
Pero lo que se veía desde afuera era un comportamiento agresivo y un estado anímico irregular, impaciente e intolerante.
Hay quienes dirán:
¡Esas son vainas típicas de adolescente!
Sí, son comportamientos que se observan durante la adolescencia ¡pero no siempre tienen el mismo origen!
Conocer las posibles raíces nos apoya a atender lo que está pidiendo atención.
No te engaño, no es suficiente saber cuál es esa raíz.
Atenderlas no es intuitivo. Requiere de información, autoconocimiento, desarrollo de una mirada más amplia y de la práctica de habilidades.
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De las particularidades del cerebros del niño vs. el adolescente y de las etapas psico-evolutivas del ego, hablo en «Ser[Padres]Conscientes», para poder comprender las diferencias y aprender a relacionarnos adecuadamente con nuestros hijos en cada etapa.
En SPC muchos adultos se dan cuenta de tooooooodo lo que sus padres no sabían cuando les criaron.
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Es común que un adolescente que se comporta agresivamente y tiene un ánimo irregular active en los adultos reacciones igualmente agresivas e intolerantes. Especialmente cuando traemos equipaje emocional de nuestra infancia (¿y quién no lo tiene…?).
Es como si se encontraran dos jóvenes adolescentes frente a frente.
Se alborotan los reclamos, arden las heridas, se activan las memorias, se aceleran las proyecciones, se levantan las barreras de los miedos… y así.
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¿Cómo lo viví y qué hice?
Lo obvio del cambio en su patrón de comportamiento —y el agotamiento que causaba en mí la confrontación— me alertaron de que “algo” estaba interfiriendo de forma puntual.
Comencé a llevar registro para buscar patrones nuevos e identificar pistas:
¿Cuándo se exacerbaban las discusiones?
¿En qué días y horarios?
¿Se molestaba por temas específicos o al azar?
¿Qué hacía más fácil o más compleja la comunicación?
¿Habían palabras o comentarios que se repetían?
¿Qué cambios había en su rutina?
¿Qué hábitos él había soltado y cuáles había incorporado?
¿Qué quejas presentaba o de qué hablaba con más frecuencia?
Eso sí…
Durante mi labor detectivesca tuve que poner en pausa conscientemente mi reactividad.
Admito que solo eso apoyó a disminuir la confrontación.
Claro, no echarle leña al fuego siempre ayuda.
Pero seguía sin poder apuntar de forma precisa a qué era lo que le estaba afectando de forma tan significativa.
Y a ciegas no podía apoyarle.
Sin saber qué era, se dificultaba mi intervención oportuna. Se reducía mi posibilidad de anticiparme y comprender sin dejar que mi reactividad picara adelante.
Después de varias semanas de registro, llegué a la conclusión inequívoca que la reducción y cambios de horario en sus horas de sueño tenían una influencia específica y directa en sus cambios naturales de ánimo.
Porque todos tenemos cambios naturales.
No había duda: su kryptonita más letal, la que más le afecta y lo lleva a niveles de descontrol, es la falta de sueño.
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¿Cómo uso a favor esta información?
Desde que descubrí su kryptonita soy mucho más paciente cuando sé que ha tenido una mala noche de sueño. Esto, mi paciencia, facilita nuestra comunicación tremendamente.
En aquel momento intenso hace varios años, le expliqué mi teoría de lo que estaba pasando y le invité a ver esta clase sobre el sueño en la plataforma Masterclass (tercerizar la información es una excelente estrategia).
Iniciamos un plan escalado de recuperación de sueño. Al él tener la explicación de qué le estaba afectando, le era más fácil aceptar la evidencia de lo mejor que se sentía cuando dormía, y que así teníamos muchísimas menos discusiones.
Ahora cuando su humor cambia y sé que ha sido por su kryptonita, tengo un elemento específico al cual apuntar para apoyarle a comprenderSE y hacer algo al respecto.
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Te doy un ejemplo reciente.
El Mundial Femenino de Fútbol fue hace un mes… en Australia. A 18 horas de diferencia de nuestra locación… con lo que los partidos eran en la madrugada a las 2AM, 4AM y así.
Él se los vio todos, toditos, todos durante un mes entre Julio y Agosto.
¿Qué pasó con SUS cambios biológicos y emocionales?
Se activaron nivel PRO y su sensibilidad se elevó, con lo que cualquier tema cotidiano era un explosivo en potencia.
¿Qué pasó con MIS respuestas?
Que ya al tanto de cuál es su kryptonita, se me hizo mucho más fácil no dejarme confundir y caer en la tentación de seguirle discusiones que, en circunstancias libres de kryptonita, no se darían.
Se me hacía más fácil ser paciente, quedarme callada en lugar de argumentar, y dejar pasar algunas actitudes que en otros momentos requerirían un llamado de atención.
Porque como escribí recientemente en este post en @elpoderdeser:
🔥 No se resuelve un problema en medio de la crisis.
«Somos los Padres que Somos DESDE los Individuos que Somos»
Ese es el lema de mi programa «Ser[Padres]Conscientes» al que abro puertas el 14 de Septiembre.
Esos individuos que somos también tenemos kryptonitas que nos afectan 😳 así que desde ellas también será que criaremos, seremos pareja, hijos, socios, emprendedores, etc.
¿Conoces tu kryptonita predominante?
Esa que casi que te convierte en otra persona, que sientes que te arropa y no puedes regular.
Suele ser conveniente preguntarle a personas que estén cerca de ti ya que desde fuera se nota mucho más.
Mi sugerencia es que no saltes a conclusiones, pero te des el chance de explorar las opciones que te den.
Me gustará conocer algunas kryptonitas así que si quieres escribirme para contarme, te aseguro que te leeré aunque no siempre pueda responder la avalancha de correos que me envían luego de las newsletter 🥰
Espero verte y acompañarte en SPC este mes de Septiembre.
Con cariño y fuerza serena,
Evelyn
p.d. ¿Qué? ¿Que cuál es MI kryptonita?
¡El calor! 🔥🔥🔥
Cada otro jueves, nuevas reflexiones sobre hijez y parentalidad consciente para seguir conectando a tu sabiduría.